Wednesday, June 24, 2009

De tarde en tarde

La piel endurecida por la edad y el frío invierno. Tenía la espalda encorvada y miraba al suelo. Parecía que el peso de muchas vidas y muertes, de muchos sueños nacidos y olvidados había dado fin al brillo de sus ojos.

Llevaba un enorme bulto, creo que en realidad cargaba la nada en sus espaldas, las sombras de un anhelo de un futuro mejor muerto hace millones de años. Tenía cosas para vender, alimento. Alguien que tiene tanto que comer pero tan poco de aliemento la contemplaba pensando lo miserable que es un sol que no calienta, un frío que quema y un día oscuro como la noche.

Pensó que tenía todo pero en realidad tenía nada, pensó que jamás lo tendría, que las aparentes oportunidades eran ilusiones, que la vida era como estar en un salón de espejos, donde ves tantas imagenes que parecen reales pero no lo son. No tenía a nadie con quien hablar más que consigo mismo.

Sintió envidia de aquella que tenía todo y nada a la vez y pensó que él también tenía todo y nada a la vez, sólo que su todo era un remedo de la nada de ella y su nada tenía matices del todo de ella.

La vida parecía un juego de ajedrez, de esos que dos viejitos jubilados juegan de tarde en tarde sentados en una plaza mientras pretenden tomar el sol, esperando no ser pulverizados por su extraño fulgor. Jaque mate se le escuchó decir al hombre mientras moría al atardecer.